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Momento de sentimientos encontrados

Son las 10:30 de la noche, te sientas sola en la primera silla que encuentras para ¡por fin descansar un poco!, y ves este panorama (ver foto)... Yo le llamo “el momento de los sentimientos encontrados”. Ese momento que parece sencillo, normal, cero drama, en realidad te da ganas de llorar, gritar o salir corriendo. Estás cansada. Muy cansada. Se te acelera el pulso, te inunda la frustración, sientes que no das más, y mientras ves qué hacer con todo eso que sientes, vas siguiendo con los ojos la torre de chucherías, el palo del parque pegado con cinta en el piso del que sale un hilo de los que le regaló la abuela mientras cosía, sosteniendo el King Kong que con su hacha parece romper el cartoncito donde viene envuelto el papel higiénico, quien a su vez está cubierto por una ensaladera de plástico de la cocina, y de pronto, como por arte de magia, empiezas a sonreír. Sigues el recorrido de los carritos puestos en orden de tamaño y color, hasta que llegas a lo que para ti es, literalment
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La rutina en homeschool

La cuarentena me trajo de vuelta a Samuel tiempo completo, pero ahora también al Samuel estudiante de escuela.  A pesar de que siempre estuvimos jugando a aprender, apenas en agosto entró a a vivir la experiencia del colegio.  Para eso me hice mi propio horario basado en las mismas horas que venía teniendo en su rutina, y le sumé mi teoría de que aprender jugando siempre será un camino más efectivo. Los primeros días fueron muy raros, él estaba como de vacaciones, pero con la responsabilidad de las tareas, y yo, bueno yo tratando de acomodar todo para lograr una buena experiencia, amable para los dos, ¡y lo hemos ido logrando! Yo creo que la parte visual es muy importante, porque además de que le das la instrucción, también la está viendo, además de que mantenernos dentro de un orden, con tiempos, resulta muy eficaz. Para lograrlo, usé este horario grande, con papeles de colores, que puedo modificar día a día dependiendo de lo que le dan, y a medida que lo va haciendo,

Los 365 días de la mujer

Hoy es un día muy especial, porque hoy se celebra un día de los 365 días de la mujer. Amo ser mujer y amo mi naturaleza, por eso quiero seguir sintiéndome femenina, vestirme de rosado y ponerme tacones (ya no mucho, porque con hijos chiquitos la cosa se complica), o como yo quiera vestirme, pero quiero sentirme como una flor, que me abran la puerta del carro y me paguen la cuenta, y aún así, sentirme fuerte y capaz. No quiero vivir en una lucha constante por demostrar lo grande soy, por eso prefiero la palabra PODEROSA a empoderada, porque las mujeres ¡somos PODEROSAS! Amo ser mujer porque nuestra naturaleza es hermosa, es productiva, es creadora, somos dadoras de vida!!!... Somos capaces de hacer la comida, mientras enviamos un email, armamos un carrito de lego, planeamos nuestra agenda de la semana y pedimos una cita médica por teléfono, incluso cuando tenemos gripa, nos duele algo o estamos cansadas. Amo ser mujer porque sembramos belleza por donde pasamos, somos capac

Sé el mejor lugar para tus niños

Sé ese lugar donde tus niños siempre quieran estar. Sé esa mamá/papá que cuida, que ama, que enseña, pero que entiende que el tiempo se pasa volando y que la infancia dura un suspiro. Mañana tu niño ya no será niño, será rápidamente un adolescente, y ahí seguido, un adulto. Ya no lo podrás “malcriar”, no lo podrás cargar ni aprovechar el calorcito de su cuerpo mientras duerme, tampoco se reirá a carcajadas contigo en un ataque de cosquillas o en una guerra de almohadas. Sé ese papá/mamá con la habilidad de repartir tu tiempo consecuentemente con esta realidad y aprovecha cada que puedas para jugar, para correr, para abrazar, para arruncharte con tu cachorro, en un abrir y cerrar de ojos ya no tendrá el mismo entusiasmo para pasar tiempo contigo. ¡Relájate y disfrútalo! No temas derretirte con él, no tienes que demostrarle nada a nadie, porque cuando veas que tu niño respeta su turno en la fila, que no agrede a los demás, que sigue las instrucciones de su maestra, que no

Enseñar a los niños a ser respetuosos

Educo a mi hijo para que sea una persona respetuosa.  Para que respete a las mujeres... y a los hombres. Para que respete a los adultos... y a los niños. Para que nos respete a nosotros, que somos sus padres...  y también a la profesora, a la persona que esté a su cargo cuando yo no esté o a un policía en la calle. Lo educo para que respete los animales, las flores, su cuerpo, sus cosas y las de los demás, para que espere su turno a la hora de jugar. Quiero que mi hijo sea un ser humano respetuoso de todos, no un respetuoso “selectivo o conveniente”. En cuanto a las mujeres, específicamente, le explico que somos diferentes, sí diferentes, porque nuestro cerebro funciona muy distinto. Que hablamos más que los hombres (27.000 palabras en promedio al día, contra 10.000, o sea que necesitamos hablar), que tenemos más conexiones cerebrales entre los dos hemisferios y por eso podemos realizar varias tareas al mismo tiempo. Le cuento qué son las hormonas y cuanto influyen en n

Enseñar a los niños el hábito de agradecer

El Día de Acción de Gracias, Thanksgiving, se convirtió en mi tradición favorita al migrar a este país. Es la oportunidad perfecta de reunirse en familia a agradecer conscientemente por tantas y tantas cosas que vivimos día a día. Pero agradecer debería ser un hábito tan importante y tan básico, como lavarse las manos antes de comer o bañarse todos los días, y así mismo tendríamos que enseñárselo a los niños. Y no me refiero a enseñarles a responder “gracias” cuando les entregamos algo en la mano o cuando alguien les dice que están lindos, no, va mucho más allá de eso. Me refiero a crear la buena costumbre, la rutina, de agradecer todo.  Estudios aseguran que los niños aprenden en gran parte por imitación. Imitan palabras, gestos, dichos, la manera de reaccionar ante las emociones y todo lo que vean en nosotros, pero en el corre corre del día a día, se nos olvida agradecer más y quejarnos menos. Vivimos inconscientemente en función de reclamarle algo a la vida, al día, al tie

Y sí, también soy latina.

Soy Claudia Arroyave. Soy actriz y cantante, productora, mamá, esposa, me gusta escribir y soy latina. Nunca he sido voluptuosa, tampoco he sido fit (de tener los músculos muy marcados), soy blanca como la leche y por años pensé que mi cuerpo no era suficiente.    Tuve muchos problemas con la comida desde siempre, (luego entendí que no era con la comida el problema, sino con otras cosas mucho más profundas que eso). Cuando entré a trabajar en televisión, en mi país, Colombia, vino el golpe más fuerte para mi autoestima.  Tuve el privilegio de trabajar siempre con actrices, que además de ser talentosas, eran hermosas, entonces tomó fuerza como una bola de nieve imparable todo este tema de mi relación con el espejo. Hice cien mil dietas, comí pechuga de pollo hervida en agua por días, atún hasta que casi me salen escamas y piña hasta que se me rajaba la lengua. Tomé pastillas adelgazantes con las que sentía que el mundo se me iba. Me maté de hambre, hice ejercicio por horas ha